Hoy, celebramos Juneteenth, también conocido como “Día de la Libertad,”—que marca un momento crucial en la historia de nuestra nación hace 160 años, cuando las personas esclavizadas en Texas se enteraron de que habían sido liberadas, dos años después de la Proclamación de la Emancipación del presidente Lincoln. Aunque las noticias se retrasaron dolorosamente, su impacto fue monumental.
Juneteenth nos recuerda del inestimable don de la justicia y la verdad inconfundible de que cada persona humana, creada a imagen de Dios, posee una dignidad sagrada. Este don de la justicia fue algo de lo que con frecuencia hablaba el Dr. King cuando decía, “La injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todo lugar”.
Como personas de fe, debemos de seguir luchando –con corazones abiertos y una resolución firme –en la igualdad, la justicia, y la solidaridad mutua. Reflexionemos, en este día tan importante para Estados Unidos, sobre nuestra responsabilidad compartida de honrar y proteger la dignidad de cada persona, buscando siempre eliminar el pecado del racismo y continuar construyendo un mundo en el que todas las personas sean respetadas y valoradas.
Suyo en Cristo, Padre James Misko
Imagen: Facsimile of the Emancipation Proclamation, National Archives Catalog