Hoy, en las iglesias de todo el mundo, nos unimos para conmemorar la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo. Al escuchar el Evangelio de San Juan, oímos el conocido pasaje de Pedro, que, débil y temeroso, niega a Cristo. Debido a la condición humana, también nosotros podemos sentir la tentación de negar a Cristo. Sin embargo, nuestro Señor, en su profunda misericordia, llamó a Pedro para que guiara a sus ovejas. Cristo nos ama tanto que, así como perdonó a Pedro, está dispuesto a perdonarnos y demostrarnos su misericordia.
Mañana por la noche, la Iglesia celebra la Vigilia Pascual. Mientras la oscuridad se disipa con la luz del cirio Pascual, damos la bienvenida a los Elegidos que se unen a la Iglesia católica. Regocijamos con ellos y con sus familias mientras reciben los Sacramentos de Iniciación. ¡En esta noche sagrada, la Iglesia se alegra en la luz del Señor Resucitado que venció la muerte!
Hermanos y hermanas, ¡que el tiempo santo de Pascua sea un tiempo para poder experimentar una nueva vida en Cristo!